viernes, 18 de junio de 2010

De tus manos gotean
las uñas, en un manojo de diez uvas moradas
Piel,
carne de tronco quemado,
que cuando naufraga en el espejo, ahúma
las algas tímidas del fondo.

Madrigal
Nicolás Guillén

miércoles, 16 de junio de 2010

Hoy volví a soñar con A. Debo decirte que a ella la he visto un par de veces, creo que te lo comenté, la primera vez fue un encuentro inesperado en la cafeta del CCU. Me saludó o nos saludamos con abrazo muy estrecho, como si nuestros cuerpos se reconocieran, se pertenecieran. Eso me espantó, es como si los 10 años que han transcurrido desde que nos separamos, hubieran desaparecido en ese abrazo. Y estuviéramos en la dinámica de siempre. Los encuentros siempre amorosos. De inmediato, ella me preguntó por mi huida en la presentación de su libro: ¿Por qué no te quedaste?, te busqué entre la gente, ¿qué te sucedió?, como si su presentación hubiera sido apenas ayer. Y lo dijo con ese tono de familiaridad, como si me estuviera reclamando. De inmediato puse distancia. Pero, ella seguía y seguía hablando. Cada palabra que pronunciaba me fue transportando al pasado, a esos días de tormentosas batallas. Entonces sentí que la odiaba de nuevo.

A la siguiente semana, la vi pasar en paralelo a mí, iba en una camioneta negra junto a un hombre viejo. Yo la miré de frente, no me preguntes cómo fue. Sólo sé que sus ojos y los míos se imantaron en el aire por unos segundos, hasta que la velocidad del auto se encargó de desdibujar la escena en movimiento. Le sonreí.

El sueño.

Ella me buscaba con cierta desesperación. Estamos en una esquina. Otra vez nos quedamos en la escena de la cafeta, o con esa sensación de que aún hace falta aclarar cosas, conversar del pasado. Y entonces ella sigue contándome de su vida y luego pregunta por mí, por mi familia, por mi padre y en ese momento se dispara el odio otra vez. No le voy a relatar la profunda orfandad en la que me sumergí aquellos días. La miró fijamente. El silencio aparece. El silencio. Es como si me fuera desdoblando. Poco a poco, salgo de la escena, del sueño, de mí misma. Regreso otra. La miró fijamente. Y entonces la abrazó. Y le creo. Y pienso que la distancia, que esos diez años, en efecto, ha desaparecido. Alguien se los llevó. La sigo mirando y aún no le digo que mi padre murió, que ya no vivo frente al parque España, que me enfermé de nostalgia, que la melancolía me condenó a no desear a nadie. ¿El amor es una condena. No te parece?

El sueño. Segunda parte.

Corro por una superficie plana tratando de atravesar el sitio. El piso está cubierto de cristales rotos. Mis pies están descalzos. No siento miedo, ni se me mueve el piso, mi vértigo no existe, es como si mis pies me guiarán y tuvieran ojos propios. Algo así. Un calambre en el pie hace que despierte, un tirón, un lamento. Siento mi frente húmeda. Cierro los ojos. Duermo.

martes, 8 de junio de 2010

escuchar música. Algo así. Fleetwood Mac -Gypsy-, mi favorita. Pienso en este día, por fin, la lluvia, este constante parpadeo vertical frente a mí. Ese olor tan natural a tierra húmeda. Me gusta mirarme en los espejos de agua. Puedo entonces mirar sus rostros, uno a uno, aparecen sus nombres pero, sólo ella se fija en mi memoria. Me gusta cuando sus ojos se clavan en los míos y busca respuestas. La guío. Y vamos juntas. Escucho su voz pronunciando otra lengua como un juego de niñas. Las palabras son puertas mágicas. Ella aparace en mis sueños --en ese bosque de pinos frente a mi casa. Las palabras son puertas mágicas. Ella está adentro. Ella es vertical como la lluvia. Y yo respiro.

jueves, 27 de mayo de 2010

Mensaje de fin de semestre de mi amiga Mónica, que digo de mi hermana Mónica, aquí va:

Querida Hermana;

Lamento no haber podido platicar contigo estos días, pero en verdad si quieres que alguien te escuche o te apoye en algo cuando te sientas mal con gusto (la verdad yo no le saco, pues no me asusto con facilidad).
Sé que no has andado del todo bien, lo noto por que no andas tan animada como siempre, pero como dices siempre es temporal.
También sé que eres una mujer indeciblemente capaz y con un corazón maravilloso, pero hasta los héroes cotidianos (como vos) se cansan; ello te hace aún más grande porque te hace humana. A veces pienso que te exiges demasiado y por eso te dan esos bajones, pero la verdad es que siempre haces el mejor esfuerzo y eso es lo que cuenta. Por eso habemos personas que te admiramos mucho.

La razón por la que te pregunté si irías a recoger tu calificación con Álvarez porque te tengo un pequeño detalle por tu graduación, ayer se me olvidó en mi casa y no te lo entregué, hoy lo voy a llevar a la clase de Miriam, pero si no vas te lo entrego el martes, para mi es importante demostrarte lo mucho que te estimo y lo importante que has sido en este tiempo contar con tu compañía y amistad. Por otro lado se que quizá no sea la persona más brillante y dedicada, pero en verdad me interesa mucho tu proyecto de promoción de derechos humanos, y claro que me quiero unir, aunque ya no estés en la especialidad (que en verdad como te voy a extrañar).

Mónica

domingo, 23 de mayo de 2010

Ella me escribe un largo mail, primero dice que quiere tomarse un café conmigo, conversar. Es sútil. Su historia de infidelidad se va hilando poco a poco. Narra en primera persona, luego brinca a la tercera, algunos diálogos. Vuelve a la primera, el efecto es, sin duda, contundente. Ella tiene el control. Jamás será la víctima, jamás perderá. Ella acostumbra a ganar, a ganarlo todo. Esta historia no es un cuento más, ni será la novela --que escribe el ex-marido escritor. Es teatro. Ella es el personaje más cruel. Más ambicioso. Más trágico.
*
A veces, las más de la veces me siento su cómplice. Sé exactamente qué va a hacer, no es que lea su mente, o sea predecible en sus acciones. Conozco su corazón. Y eso la hace vulnerable ante mí. No hay secretos ni verdades a medias. He intentado alejarme. Pero, regresa en un sueño, en una carta, en un correo y entonces estoy en su historia porque soy su testigo.
*
Dice que es feliz, le creo. Le gusta someter, le complace el dolor tanto como el placer, no hay diferencia. En esta complicidad me siento un autista, o finjo serlo. Paralizo las imágenes, juego sólo con sus manos cuando está cerca. Soy autista porque no hay otra manera de sobrevivir. Es una condena. Volverá en los sueños. Sonreirá. Sonreirá triunfante.

jueves, 20 de mayo de 2010

Antes de la lluvia

ocho años: constancia
Puedo leer su rostro. Las marcas. Los guiños. El cansancio. La complicidad.
Puedo leer sus textos favoritos. Walter Benjamin. Y discutir, siempre discutir.
Puedo leer sus textos propios. Sus entrevistas. Sus ensayos. Su blog de arte contemporáneo. La fotografía. El teatro. El cine.
Puedo leer su rostro: su mirada. Sus textos inteligentes. Su propuesta. Una tesis de maestría, con maestría.
Puedo leer su corazón. Ama al hombre de chamarra de piel negra y camisa roja. El cineasta.
Puedo leer su entusiasmo. Ama al hombre que toca blues. El baterista.
Puedo leer las líneas de su mano. Y el largo camino que transita un corazón solitario.
*
Puedo mirar/la/me en ella. A veces es la contención. El único espacio donde me siento segura, entonces recuerdo a mi madre cocinando mientras las horas de impaciencia mía se desdibujaban en medio del humo y el olor a especies diversas. La comida caliente sobre la mesa. El apetito. Siempre el apetito.
*
Puedo sentarme frente a ella y mirarla, mirarla (...) como se observa el cielo antes de la lluvia. Puedo sentarme frente a la ventana por horas. Horas y mirar la lluvia caer. Puedo sentarme frente a ella, comer juntas, respirar.
*
Puedo ser su amiga, y soy precisamente eso. Su amiga.
Puede ser mi amiga, pero es la mujer que ama mi corazón. La suma de los años. Ocho su número favorito. Y ella, siempre ella, sabe de mi apetito. Celebraremos su cumpleaños con una gran comida.

lunes, 10 de mayo de 2010

Hace un par de días cuando preparaba el material que presentaré en mi última exposición de Derechos Humanos, pensé que tendría que acudir al Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, dado que me ocuparé de hablar sobre el derecho a la cultura, y en particular, los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas. Terminé mi ensayo, luego mi presentación en power point, revisé el sitio web de este Instituto, y fui en la búsqueda de material de difusión. Sus oficinas se ubican en avenida Insurgentes, casi esquina con el eje 10, muy cerca de la UNAM. Aunque conozco al director general, opté por contactar como cualquier ciudadana, vía telefónica, con el personal idóneo; así que yo tendría que acudir a recoger el mismo. Lo hice la misma tarde del día de mi llamada. Mi sorpresa, mi grata sorpresa fue encontrarme a una joven que me reconoció apenas entré a la oficina del director. Tú eres Susana B, la miré fijamente y le dije, y tú Ceci V, de la Fundación Rigoberta Menchú. Y nos abrazamos con entusiasmo. Habrán pasado más de diez años desde entonces. Me contó sus andanzas en organizaciones no gubernamentales, y la comisión nacional para el desarrollo de los pueblos indígenas, en la comisión nacional para prevenir la discrimanción, etc., etc., pues entonces la miré una vez más. Ella se acercó y me acarició el cabello, me preguntó el tiempo que tenía de usarlo corto. Te acuerdas, verdad. Mi cabello trenzado y los huipiles. Algo así. También me preguntó por mi madre. Y quizá lo más me latió fue escucharla hablar con precisión sobre los avances reales en derechos humanos. Debo admitir, que efecto, muchas situaciones han mejorado. Otras no. Hay derechos emergentes. En fin. Un reencuentro luminoso. Ahora ella, se encarga de una secretaría en este Instituto. Su juventud, su belleza y sus conocimientos, de seguro, aportan mucho a la causa. Y me llenó de alegría sabernos en los mismos rumbos. Nos veremos en junio para la presentación sobre contactos y cooperación internacional. Ah, los caminos de la vida si son como yo esperaba (ajjajajajaja), creo que mejores. En realidad, puedo sentirme acompañada porque el camino es muy largo, largo.

Datos personales

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Vivo en Amsterdam 62. Bis.