martes, 29 de septiembre de 2009

La pared
Una pared escurre historias,
contempla fija, inmóvil,
el paso lento de los días.
El tiempo no es generoso,
marca en la piel y lastima sus entrañas.
La pared permanece,
reviste de colores, cuadros, libros,
las plantas la alegran,
pero ya no puede ser la misma.
Va guardando
el eco de llantos contenidos
y risas que desbordan,
el gemir de los amantes,
y el latido de sus corazones.
Hay historias que no se olvidan,
historias que el tiempo no puede llevarse,
están escritas en la pared,
en su corazón. Es inútil pintar,
mil colores no borran su memoria.
Ella bien lo sabe:
no es que con el tiempo duela menos,
es que uno se acostumbra a vivir con el dolor.

Cue' yoo
Lú ti cue yoo nanda diidxa',
ti cue' yoo qui riniibi, ruyadxisi
zidi'di dxí.
Cadi nacha'hui di iza ridi'di,
runiná ladi ne ndaani cue' yoo.
Laa suguaa dxi si,
ridie' ladi, rácu gui'chi' ne lari guie',
yagahuiini' rusiéche laa,
nécati, ma cadi nguécasi laa.
Cusigápa
guenda ruuna' bicuezadxi tuuxa,
guenda ruxidxi bireeyaande,
xtidxi ca ni ranaxhii
ne saa ladxidó'ca'.
Nuu ni rizaaca qui riaanda,
nuu diidxa' qui riné di dxí laa,
cáani cue' yoo,
Ladxidó'be. Gasti naca gutieú' lú,
nitiicasi gutieú' qui suxiá xquenda redasilú' be.
Nannadxiichibe ni:
ca iza ca qui rusiandaca' guendananá
xhísi binni riaa guibaniné laa.

Irma Pineda

viernes, 11 de septiembre de 2009

Eros y Tanatos
Tengo pocos minutos para escribir, sin embargo, quisiera contener este tiempo. El que pasa aquí adentro. Sin prisa. Afuera llueve. En estos días, la lluvia ha sido la constante. Vertical. La miro desde mi ventana. Eros y Tanatos fue el tema de conversación mientras comíamos. Estela me interrogó con suspicacia: Has vivido la fuerza cósmica. La vida y la muerte. Sí, la unión – la separación pensé. Eso. Es lo que ha transcurrido frente a mí. Eros, esa primera pulsión te la debo a ti. Esa fuerza cósmica. Nuestra. Tan sólo mía. El tiempo. La otra, apenas antier estuve frente a un cuerpo ya sin vida. La muerte frente a mí. Y el ritual. La ceremonia eclesiástica. La resignación. Afuera llueve, llueve, llueve. La vida sigue.

El velorio fue la colonia Roma: Puebla y Valladolid. Mis jóvenes compañeros haciendo una guardia solemne en silencio. Tristeza. El tiempo otra vez. La prisa. La oscuridad. Cuando salí, la lluvia ahí esperando, esperando, esperando.

Insurgentes cruza la Ciudad. La parte en dos. La vida sigue.
Aquí: en la Ciudad Más Grande del Mundo está lloviendo.
Aquí adentro también.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Las horas
A pesar de todo. A pesar de que hayan transcurrido cinco años de separación entre lo que fuimos y ya no somos. A pesar de que estés a cientos de kilómetros de distancia. A pesar de que en un mail me anunciaras tu nueva condición civil: "por cierto, me casé". A pesar de que ya no seas más LMJ y ahora, simplemente la señora A. Sin duda, una mujer diferente a quien no conozco. A pesar de que me compartas las fotografías digitales de tu último verano en las montañas. Vistas magníficas de una zona rocosa. Un lago. Seguro no faltó la fogata nocturna al lado de tu marido enamorado y tu hijo. A pesar de todo, sí, a pesar de que la lluvia de estos días me devuelva tu rostro en cada mujer que cruza mi camino. A pesar de detener los pasos y mirar de frente, ninguna de ellas es LMJ. Ninguna tiene esa mirada triunfante. Azul. A pesar de todo, sí, agosto nace contigo y no a la inversa. Agosto también termina con la luz cegadora de tu cuerpo desnudo. Perfecto. A pesar de todo, sí, desearía regresar el tiempo, las horas. Las horas en que no escuché tu voz, dejé acariciarme por tu lectura tortuosa Small Female Skull hasta que la cinta se estropeó. Las horas en que reconstruí tu pasado leí Tan oscura. Las horas que dialogaba contigo escribía extensos epistolarios. Conversábamos. Mi insomnio desaparecía. Las horas nos sorprendían al amanecer. Era un ritual llevar esas cartas al centro de esta ciudad. Al llamado Palacio Postal. Las horas en que desapareciste. Formulé hipótesis, fórmulas aleatorias como si uno pudiera controlar la vida del otro. Ni el metereólogo más versado, podría establecer el pronóstico exacto del tiempo. Las horas otra vez. Un cuento de niños o mejor dicho, de niñas. "mañana jugamos otra vez". Y ese mañana nunca llegó. Y entonces amsterdam62 fue el depositario de mis visiones nocturnas. De mis enojos. De mis miedos. De la soledad. Del vacío. Alguna vez me preguntaste por qué tanto azote. Seguro porque a pesar de todo, yo si me creí el juego, perdí.
Por fin!
Por fin!
Por fin!

Datos personales

Mi foto
Vivo en Amsterdam 62. Bis.