martes, 30 de septiembre de 2008

Dr. José Emilio Rolando Ordóñez Cifuentes
Visita a El Oro, estado de México
junio 5, 2008
ca binnigola ca napaca'guendabianni'
ni rudii ca dxi xquendanabanica'laaca
los viejos tienen el don de la luz
que sólo el tiempo otorga
Irma Pineda


No sé cuándo comenzó la historia, si fue en Antigua Guatemala o en Totonicapan o en Quetzaltenango. Intuyo que fue aquella tarde que caminamos alrededor del edificio muncipal de San Felipe de Progreso. El doctor Ordóñez me dijo: "señorita, sus zapatos tienen mucho polvo, vamos a quitárselo. Vamos a bolear esos zapatos". Sus palabras me remitieron a mi infancia. Y sentada mientras lustraban mi calzado, volví a sentir la presencia de mi padre. Desde entonces suelo mirarlo diferente: es el doctor Ordóñez y es también el espíritu de mi papá. Del padre amoroso y tierno que solía caminar con la niña que fui/una niña que nunca se percató de la oscuridad de sus ojos porque en ellos siempre había luz. Una luz silenciosa.

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