domingo, 26 de julio de 2009

Ah! querido Santiago, mira que si nos leemos! Me sentí sorprendida de estar conversando con mi madre acerca de ti. En alguna ocasión te compré una plantita, la pensé en tu depto. pero por alguna razón la dejé en casa de mamá. Y la plantita ha dado ya sus flores. Cada vez que mi madre y yo caminamos juntas por el corredor de la casa, repasamos los árboles: chabacano, durazno, capulín. Luego miramos las flores: geranios, alcatraces, rosas. Mamá sembró tu planta y está floreciendo. Mi madre la muestra con gran orgullo, dice que es mía. Le dije que esa plantita te pertenece. Creo que se sorprendió mucho porque raras veces, le habló de algún amigo, es decir, de algún hombre. Ah querido Alex Santiago estás en mi casa, es decir, en mi corazón.
22 de julio, 2009
Querida Susan, recibí tu mensaje de hace unos días, me reconfortó saber que me pensabas e indudablemente te comencé a imaginar tumbada sobre una milpa enorme y leyendo sobre el campo mexicano. Referencia que más bien me produce nostálgicas heridas, no así la imagen tuya que recompongo infantil y buscando encontrarse. Además de un verde atlacomulco, te recuerdo en la experiencia huasteca, en los momentos al lado de la accidentada geografía potosina: el baile de mujeres coloridas en su vestimenta se instala en una antípoda que me define, ¿recuerdas Susan aquella tarde en Aquismon?
Además, te cuento que preparo mi examen tofel; ayer hice uno similar en la uam y logré 375 puntos, sobre 500 que pide la lógica institucional, así que voy a la caza de 125 puntos, que por cierto, el profe dijo que no lograría hacerlo en tan corto tiempo. Eso me angustia, dejar pasar esta oportunidad de lograr ese viejo sueño incubado en las horas más amargas y míseras de mi juventud: ser doctor, y ser alguien por efecto de semejante título. Si bien el apoyo del doctor Ordóñez y tuyo son un aliciente, seguro que una parte de presión agrega; pues sería terrible no saltar el borde de un examen rancio y no entrar al doctorado.
En fin, digo que me angustia y aterroriza el papeleo y sin fin de trámites que debo hacer avanzar, pero la vida ha mostrado ser más compleja que cualquier hoja de requisitos, y en todo caso, yo me veo ser un pajarete más buscando y recibiendo el refugio de una gran pechuga colocada en el ranking 78 del conteo mundial para universidades con alas impermeables.
La vida en la ciudad sigue siendo repetitiva en amores, en trayectos. Susan, había escrito un texto más largo para ti hace un momento y el jodido correo lo borró (el muy hijo de puta), así que excepto esto que te escribo en este segundo esfuerzo, es sólo para decirte que te quiero amiga, y que a pesar de no haber seguido tu recomendación cinéfila, pronto me gustaría mirarte de nuevo, como ahora hago, a lo largo de todo este tiempo de escritura: agazapada en los bordes de una milpa que arrulla y protege tu lectura. Veo una feliz sonrisa en tu rostro y este sentimiento que me une a ti querida Susana: nuestra amistad.
Ahora me despido pues debo colocarme en una lógica anglosajona para ordenar el mundo, para sacarlo en frases… so, i love you (¿Crees que este inglés kindergarden podrá soportar mi candidatura doctoral?).
Alex Santiago

domingo, 5 de julio de 2009

Soñé con la Mujer Madura hace un par semanas. Ella me tomaba de la mano justo como la escena del Acto I, escena 4: Primera noche en el hotel. Ella me lleva de su mano justo como hoy, luego de la comida me quedé somnolienta hasta que un sueño me venció: estaba en el interior de un enorme teatro antiguo buscando mi butaca; la encuentro en las primeras filas frente al escenario; se apagan las luces y a punto de dar inicio la obra, la llamada de mi teléfono celular me despierta. Tomé el teléfono y miré su nombre. Por alguna extraña razón no conteste y en pocos segundos me envió un mensaje: tengo un boleto para hoy a las 5, ya se que es un poco tarde pero me avisa si quiere venir hoy al estreno. Un beso.

La Mujer Madura es también la Dama de las Perlas Blancas.

Le llamé. Acepté la invitación. En menos de una hora estaba en el teatro como en el sueño buscando la fila f asiento 14. Gustav Von Aschenbach apareció en el escenario: Munich. Y yo deseaba apurar el viaje, su viaje. El mío. Estar ya en Venecia. Mirarla. Seguir ese paso luminoso y asirme a su mano. A la belleza. Al deseo de cruzar la ciudad de los canales donde esta pasión confunde mis sentidos.
Muerte en Venecia
ópera en dos actos
Música de Benjamin Britten (1913-1976)
Libreto de Myfanwy Piper
basado en el relato Der Tod in Venedig te Thomas Mann
estreno mundial: 16 de junio de 1973 en Snape Maltings, Aldeburgh, Reino Unido
Estreno en México

jueves, 2 de julio de 2009

Estela frente a su ordenador. Algo la distrae. Sí, mi mirada a lo lejos, la alcanza; entonces ella me observa a través de su ventana. Me hace señas que no entiendo. Mi mano se extiende en el aire.
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Déjame te digo. Fui al centro. Y llovía como no tienes idea, o quizá sí, como ha estado lloviendo las últimas noches en la ciudad. Bueno, pues te cuento que he tenido un par de días difíciles. Me he vuelto a sentir con esta rara sensación en el pecho. Este cansancio que no lo justifica ni mi trabajo ni mi período mestrual. Es una sensación extraña. Y eso me hace pensar que debo ir al médico otra vez. He empezado a descartar mis males pasados. Mi ansiedad. Estoy triste. ¿Mis males han dejado de ser o son ya crónicos? Anoche soñé con una vecina del edificio donde viví te acuerdas, en Nuevo León frente al Parque España. Mi vecina, la mujer del sueño, ya era una una mujer de edad cuando llegó. Fueron muchos años de saludarnos, de acompañarnos. Solía tratarme como lo hacen los viejos, con ese aire de sabiduría que sólo te dan los años. Ciertamente yo tampoco era una niña. Pero, ella insistía en tratarme así; yo siempre la traté con mucho respeto. A veces me pedía que la acompañara a la iglesia. Mi hermana me comentó que hace un par de meses falleció en aquel edificio. La soñé viviendo a mí, queriendo que la acompañara a no sé dónde. Eso me asusta. Sé que no todos mis sueños se hacen realidad. Pero, tomando en cuenta el sueño del gato y el pájaro de antier, ese otro que te conté; pues, claro que me espanta. En el sueño, le digo NO, aquí estoy bien!, pero, ella insiste en que la acompañe. Ayer ni siquiera le hice caso a mi mamá, por el contrario creo que fui grosera, le dije que tenía prisa y le colgué. He estado de muy mal humor, Estela. Hoy cuando te vi sentí ganas de quedarme pero tenía que ir a Jurídicas, al banco y al centro.
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Al principio el taxista se negó a tomar el rumbo, dijo que había una manifestación, que el tránsito estaba pesado, ya sabes, lo de siempre. El centro de la ciudad es caótico. Entonces le pedí que me devolviera al sitio donde lo abordé. Luego, empecé a caminar por Insurgentes, subí y bajé del Metrobus para luego ir al subterráneo. No tenía hambre. Ese sueño me obsesiona. Lo único que me llamó mi atención fue el enorme charco negro sobre los pasillos del metro. Entonces los ruidos, las voces, la gente aparecieron de un sólo golpe. Una fuerte lluvia estaba cayendo sobre la ciudad. Y la gente estaba resguardándose en las entradas. Inmóvil por segundos, me sentí atrapada en medio de tantos cuerpos húmedos. Necesitaba aire. Y salí. Ah, esa maravillosa lluvia! El Palacio Nacional, los carros de soldados en movimiento, los estruendos. El cielo iluminado.
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Aire
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No sé cuánto tiempo estuve revisando libros. Sí acertaste, la mujer joven, de cabellos rizados.

"Por que la belleza, Fedón, nótalo bien, sólo la belleza, es al mismo tiempo divina y perceptible. Por eso el camino de lo sensible, el camino que lleva al artista hacia el espíritu. (...) los poetas caemos en el abismo, sólo podemos extraviarnos".
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Ella sólo tiene 21 años. He visto el sol.
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Una tarde, Aschenbach se había hundido en el laberitno de callejuelas de la ciudad enferma. Su estado febril le hacía caminar desorientado. Las callejas, los canales, fuentes y plazuelas del laberinto le parecían demasiado unas o otras.
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La Mujer Madura mañana será la madre de Tadzio. Tengo un par de boletos para la ópera.
Desearía invitar a Estela a quien nada la distrae. La observo frente a su ordenador mientras insisto en hacerle señas.

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Vivo en Amsterdam 62. Bis.