lunes, 19 de enero de 2009

El cuarto del destino
Los caracoles significan mucho para mí desde junio. Los vi
andar afuera, apresurados y sigilosos. Ese mes yo también apren-
dí a ser sigilosa y veloz. Entreabrí cada una de las puertas de las
tres casas donde he vivido. Me vi borrosa y húmeda; me des-
cubrí alimentando hormigas con carne fresca y odiando a los
vecinos. Una vez los niños me vendaron los ojos para examinar
las palmas de mis manos; afirmaron que no decían nada, que
eran lisas como piedras de río, pero estaban equivocados. To-
davía hoy sudo y me leo los surcos de las manos. Cada año
tengo más líneas, algunas como arrugas delirantes, otra igual
que flechas a punto de herir y otras que nacen trenzadas o con
líneas crecen; no me dejan dormir, susurran todo el tiempo; ha-
blan de las fronteras que tengo que cruzar, del hombres de varios
rostros que a veces aparece en el espejo. Hablan sin pausa y yo
tengo que escribir eternamente.

El libro de las grietas
María Cruz

No hay comentarios:

Archivo del blog

Datos personales

Mi foto
Vivo en Amsterdam 62. Bis.