domingo, 24 de mayo de 2009

En un lapso relativamente corto, fugaz. Mi cuerpo se siente raro. No soy yo quien lo habita. Hay una corriente eléctrica que se descarga en cada terminación nerviosa. Y entonces soy un cable apunto de incendiarse. Pero, no sé dónde está la conexión. Hay un calor voraz. Cuando despierto, el cansancio me invade, la tristeza me acompaña. Mi cuerpo no es mío. No me pertenece. El llanto entonces inunda mi rostro. Mi rostro tampoco es mío. Sólo me queda esto. El lenguaje.

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