jueves, 31 de enero de 2008

(muda,
ensangrentada, la cabeza
arrancada se atraganta ahora
al hablar otra lengua;

como en un
largo sueño reprimido,
ni tartamudeante y torcida
ordalía)

un niño
irlandés llora en la escuela
al repetir su inglés.
Después de cada desacierto

El preceptor
marca otro tajo
en la tabilla
colgada del cuello

como un cencerro
de vaca, menea
de chivo descarriado.
Farfullar y trastabillar

Avergonzado
las sílabas alteradas
de tu propio nombre;
vagar tristemente a casa

y encontrar
que la ahumada anchura del hogar de tus padres
se va tornando ajena:

en la cabaña
y el campo, todavía
hablaron la lengua antigua.
No puedes saludar a nadie.

Que te crezca
una segunda lengua
es humillación tan cruel
como nacer dos veces.

Decenas más tarde
el habla del nieto de ese niño
tropieza con las sílabas
perdidas de un viejo orden

Una lengua injertada
John Montagne
trad. Nair María Anaya Ferreria

--sbc

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