jueves, 2 de julio de 2009

Estela frente a su ordenador. Algo la distrae. Sí, mi mirada a lo lejos, la alcanza; entonces ella me observa a través de su ventana. Me hace señas que no entiendo. Mi mano se extiende en el aire.
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Déjame te digo. Fui al centro. Y llovía como no tienes idea, o quizá sí, como ha estado lloviendo las últimas noches en la ciudad. Bueno, pues te cuento que he tenido un par de días difíciles. Me he vuelto a sentir con esta rara sensación en el pecho. Este cansancio que no lo justifica ni mi trabajo ni mi período mestrual. Es una sensación extraña. Y eso me hace pensar que debo ir al médico otra vez. He empezado a descartar mis males pasados. Mi ansiedad. Estoy triste. ¿Mis males han dejado de ser o son ya crónicos? Anoche soñé con una vecina del edificio donde viví te acuerdas, en Nuevo León frente al Parque España. Mi vecina, la mujer del sueño, ya era una una mujer de edad cuando llegó. Fueron muchos años de saludarnos, de acompañarnos. Solía tratarme como lo hacen los viejos, con ese aire de sabiduría que sólo te dan los años. Ciertamente yo tampoco era una niña. Pero, ella insistía en tratarme así; yo siempre la traté con mucho respeto. A veces me pedía que la acompañara a la iglesia. Mi hermana me comentó que hace un par de meses falleció en aquel edificio. La soñé viviendo a mí, queriendo que la acompañara a no sé dónde. Eso me asusta. Sé que no todos mis sueños se hacen realidad. Pero, tomando en cuenta el sueño del gato y el pájaro de antier, ese otro que te conté; pues, claro que me espanta. En el sueño, le digo NO, aquí estoy bien!, pero, ella insiste en que la acompañe. Ayer ni siquiera le hice caso a mi mamá, por el contrario creo que fui grosera, le dije que tenía prisa y le colgué. He estado de muy mal humor, Estela. Hoy cuando te vi sentí ganas de quedarme pero tenía que ir a Jurídicas, al banco y al centro.
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Al principio el taxista se negó a tomar el rumbo, dijo que había una manifestación, que el tránsito estaba pesado, ya sabes, lo de siempre. El centro de la ciudad es caótico. Entonces le pedí que me devolviera al sitio donde lo abordé. Luego, empecé a caminar por Insurgentes, subí y bajé del Metrobus para luego ir al subterráneo. No tenía hambre. Ese sueño me obsesiona. Lo único que me llamó mi atención fue el enorme charco negro sobre los pasillos del metro. Entonces los ruidos, las voces, la gente aparecieron de un sólo golpe. Una fuerte lluvia estaba cayendo sobre la ciudad. Y la gente estaba resguardándose en las entradas. Inmóvil por segundos, me sentí atrapada en medio de tantos cuerpos húmedos. Necesitaba aire. Y salí. Ah, esa maravillosa lluvia! El Palacio Nacional, los carros de soldados en movimiento, los estruendos. El cielo iluminado.
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Aire
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No sé cuánto tiempo estuve revisando libros. Sí acertaste, la mujer joven, de cabellos rizados.

"Por que la belleza, Fedón, nótalo bien, sólo la belleza, es al mismo tiempo divina y perceptible. Por eso el camino de lo sensible, el camino que lleva al artista hacia el espíritu. (...) los poetas caemos en el abismo, sólo podemos extraviarnos".
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Ella sólo tiene 21 años. He visto el sol.
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Una tarde, Aschenbach se había hundido en el laberitno de callejuelas de la ciudad enferma. Su estado febril le hacía caminar desorientado. Las callejas, los canales, fuentes y plazuelas del laberinto le parecían demasiado unas o otras.
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La Mujer Madura mañana será la madre de Tadzio. Tengo un par de boletos para la ópera.
Desearía invitar a Estela a quien nada la distrae. La observo frente a su ordenador mientras insisto en hacerle señas.

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