miércoles, 18 de marzo de 2009


14 de marzo
Las llamadas previas y las post: ellas, siempre Ellas. Las mujeres de mi vida: mi madre, mis tías, mis dos hermanas. Mis amores imaginarios. Nan y Ale como cada año quieren divertirse, marcan un día sólo para ellas. Y Sarah por fin me pregunta cómo quiero festejar. Ojalá pudiera reunirme con las tres --al mismo tiempo. Disfrutar de su encanto. Eso sería genial. Pero, sólo dos se conocen y no se caen bien. Sarah es tan voluntariosa. Este año no habrá celebración en conjunto. Me haré de un espacio para cada una.
Nan llamó el viernes dos veces. Y a la tercera me encontró. Suele ser una mujer demandante. Es hermosa al igual que Ale. Ambas son mis amigas. Dos amores en el aire. Y lo saben. Lo respetan y me quieren. Sarah me ha abrazado sin temor. Ha dejado que nuestros cuerpos se unan en un abrazo fraterno. Dice que tiene algo pequeño para mí. La observo con ternura. Es fría. Distante.
Sarah saca un bolsa de regalo. Le pregunto si quiere que la abra en ese momento o lo haga después. Ella dice que no importa. La vuelvo a mirar, sé que quiere que abra la bolsa. Abro con cuidado el contenido. Un cartera. Y se lo agradezco. Le digo que tengo una de igual color. Pienso en los años que llevamos juntas. En la amistad.
Esta amistad ya suma años. Siete. De crecimiento. Cómo se transforma el deseo --esa necesidad del otro, por el otro. Fue el día a día. La cotidianidad. Fue el vacío. Fue todo eso.
Eso que me hace mirarla a los ojos. Sonreír. Y estar ahí siempre. Solidaria. La he visto llorar, ir a hacia adentro, salir otra. A veces me parece la mujer más frágil del mundo. La observo llorando y no quiero consolarla. La observo hasta que sus lágrimas terminan y ella me mira y ríe. Reímos juntas.
Sarah es la mujer a la quiero terrenalmente. No está en el aire. No hay fantasía a su alrededor. Pura realidad. Sarah es la mujer fría. Fuerte. Frágil.
Sarah desnuda mis miedos y yo los de ella. Caminamos juntas a cierta distancia: yo veo sus pasos y ella los míos. No hay sombras.
Sarah es voluntariosa como yo. Su espíritu se exalta tanto como el mío cuando las cosas no salen perfectas. Estos años hemos aprendido a ser tolerantes. A reconocer que podemos perder la cabeza pero no la amistad. Sarah, tu amistad es mi mejor regalo porque me acerca a ti, porque hemos transitado juntas ese largo camino hacia la madurez.

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