jueves, 26 de marzo de 2009

Un día como hoy despierto e inició la rutina: cepillarme los dientes, bañarme, preparar un emparedado de jamón y queso manchego sin chile. Una manzana. Una pera. Salgo. Respiro. Al vestirme, siento un mareo muy ligero. Otra vez, mis mal/estares. Durante el trayecto hacia la oficina: leo un libro, el periódico o escucho música. Me gusta mirar a los pasajeros en el metrobús. Lo hago con discreción. También observo de reojo el movimiento en paralelo: los autos, el transeúnte matutito. Es alguien que siempre vive aprisa. La materialización del stress en una ciudad. La indiferencia o la agresión. Hoy no leí ni miré a nadie. Encendí mi discman. Un programa de tv 11: la soledad. De entre todas las definiciones y posturas de los invitados. Yo me inscribí en dos: uno nace y muere solo/a. La soledad es una aptitud, una manera de asumirla. Es siempre llevadera. Y entonces surgieron muchas preguntas. La soledad es una. Concreta. Estar solo/sola. La sensación de soledad es otra cosa más difícil de denifir. La desolación. Y entonces pensé, me miré a mi misma, en efecto: sola. En una soledad llevadera, sí, por supuesto, a veces disfrutable. Saber estar sola es un acto de inteligencia. Es saber resolver cualquier situación con un poco de gracia. No depender del otro. Aunque ese otro siempre este ahí: imaginariamente. Quizá por eso, algunas veces uno habla sola con ese o esa otro/a. Finalmente, con uno mismo. Cierto es que trabajar y vivir o vivir y trabajar en un sólo sitio durante tantos años, como es mi caso otorga reconocimiento. Pertenencia a una comunidad. Entonces uno sale de casa y por más que insista en el sentimiento de desolación, ahí viene el primer saludo, la primera sonrisa. La señora que barre la esquina; el voceador a quien compro el diario; la señora que vende tamales y que no sé por qué razón siempre está muy pendiente de mi. "hoy se le hizo tarde"; "hay atole de guayaba, del que a usted le gusta"; "le aparte un pan". "Lleveselos, luegos me los paga". Y así por el estilo. El plomero del barrio que me pregunta por la salud de mis padres. El polí del metrobús. En fin. Todo eso que nos hace sentir acompañados en una gran ciudad. Todo eso que le da sentido a la vida en sociedad.

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