jueves, 20 de mayo de 2010

Antes de la lluvia

ocho años: constancia
Puedo leer su rostro. Las marcas. Los guiños. El cansancio. La complicidad.
Puedo leer sus textos favoritos. Walter Benjamin. Y discutir, siempre discutir.
Puedo leer sus textos propios. Sus entrevistas. Sus ensayos. Su blog de arte contemporáneo. La fotografía. El teatro. El cine.
Puedo leer su rostro: su mirada. Sus textos inteligentes. Su propuesta. Una tesis de maestría, con maestría.
Puedo leer su corazón. Ama al hombre de chamarra de piel negra y camisa roja. El cineasta.
Puedo leer su entusiasmo. Ama al hombre que toca blues. El baterista.
Puedo leer las líneas de su mano. Y el largo camino que transita un corazón solitario.
*
Puedo mirar/la/me en ella. A veces es la contención. El único espacio donde me siento segura, entonces recuerdo a mi madre cocinando mientras las horas de impaciencia mía se desdibujaban en medio del humo y el olor a especies diversas. La comida caliente sobre la mesa. El apetito. Siempre el apetito.
*
Puedo sentarme frente a ella y mirarla, mirarla (...) como se observa el cielo antes de la lluvia. Puedo sentarme frente a la ventana por horas. Horas y mirar la lluvia caer. Puedo sentarme frente a ella, comer juntas, respirar.
*
Puedo ser su amiga, y soy precisamente eso. Su amiga.
Puede ser mi amiga, pero es la mujer que ama mi corazón. La suma de los años. Ocho su número favorito. Y ella, siempre ella, sabe de mi apetito. Celebraremos su cumpleaños con una gran comida.

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