domingo, 3 de enero de 2010

A contratiempo
Clara sonríe en cuanto ve llegar a Rosaura al restaurante en donde han quedado de verse. Rosaura reconoce la mirada de Clara apreciándola, admirándola casi morbosamente cuando ella se acerca a saludarla. Ambas se sientan a la mesa mientras un mesero sirve un poco de Merlot en copas de vino. Inmediatamente Rosaura abre su computadora portátil y va al grano. Hoy no hay preámbulos ni coqueteos; hoy es una cuestión estricta trabajo y nada más. Clara no tarda en elogiar los planes de Rosaura, y en reconocer la eficacia de su trabajo. Sorpresivamente, Clara decide acariciar el rostro de Rosaura, como parte de los halagos al proyecto. Pero, Rosaura rechaza el gesto con sutileza. Clara pregunta sobre esto y aquello como si nada hubiera ocurrido. Luego aspira una bocanada de aire muy cerca de Rosaura, y emite un suspiro ruidoso.
-¿Pero qué olor a paraíso es ese, será la eternidad? –pregunta Clara inclinándose cerca de los labios de Rosaura. Ella dirige su mirada muy lentamente de los labios de Clara a sus ojos café. Rosaura tiene los labios en forma de corazón, y sabe que sus labios poseen cualidades de atracción mitológicas, o por lo menos eso le han dicho. Basándose en esta información, se los ofrece coquetamente a Clara, y en el momento en que ésta está a punto de morder el anzuelo, los retira.
-Sí, Clara. “Eternidad” es el nombre de mi perfume –dice con una sonrisa socarrona. ¿Cómo supiste?
L

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