miércoles, 29 de octubre de 2008

Mar de fondo
Al igual que el amor, el mar obliga. Al igual que el amor, el mar engaña. Pedro Salinas lo llamó, con justicia. El Contemplado. Imposible evitar la seducción de mirarlo y mirarnos; difícil enfrentarlo y no establecer analogías que van de los sabios lugares comunes nacidos con la sangre, a los poemas meditativos donde el mar se transforma en símbolo de viaje interior, de alabanza ensimismada. Hiperbólico y tiránico, como el amor o la muerte, el mar exige poemas, del mismo modo en que reclama víctimas, naufragios, pero a cambio nos ofrece vastedades celestes, inflamación de nubes, epifanías donde pone de manifiesto sus bondades de primer motor de la existencia. ¿Quién que se enamora no es poeta? ¿Quién que se enfrenta al mar no se transforma en la poesía? Vicente Quirarte: Peces en el aire altísimo: 1993.
Leí este ensayo de pie. De inmediato, llegó a mi mente el nombre de Francisco Hernández, a quien Quirarte páginas siguientes, ofrece con Mar de fondo. Recordé entonces mi obsesión por su poesía. Mi tránsito por la facultad. Mis intentos frustados por escribir un ensayo decoroso. Prefería entonces la exposición frente al grupo. Cada alumno del seminario elegía a su poeta favorito. Y seleccionaba un poema. John Keats. William Blake. Oliverio Girondo. Jorge Luis Borges. Sor Juana Inés De la Cruz. José Emilio Pacheco. Rubén Bonifaz Nuño. Entre otros. Debía dar razón del autor y del poema. Hubo exposiciones ricas en contenido bibliográfico, en citas. Poemas fascinantes. Metáforas. Inclusive Ricardo Jara se aventuró a presentar una traducción: Two English Poems, de Borges. Excelente. El poema y su traducción.
Tenía en mis manos un libro: Poesía reunida, que leía con vehemencia. Había memorizado ya algunos poemas. No dudé en mi elección: XIX La cama se desliza por un mar sin sueño./.../Una ola, la misma de siempre, lame los bordes de la almohada/.../En el mosquitero se retuerce una vaca marina./ XX. .../Doy mis primeros pasos sobre la cuerda floja de la convalecencia. Camino hacia la luna del ropero, miro mi palidez de azogue, mi cabello revuelto y largo, las cuencas inhabitadas de los ojos./.../Una alondra me dice que estamos en primavera./La calle es un largo delirio hacia el futuro./La casa, una pompa de jabón frente a una espina.
La locura no fue un tópico que apasionara a los jóvenes de mi generación. Estaban instalados en acreditar los últimos cursos de la carrera. Y la carga escolar, la mayor parte de las veces, terminaba por animorar la pasión literaria. Así que mi selección poética no movió a nadie, más que a mí. Todos aprobamos el Seminario.
La frontera del lenguaje, lo indecible; aquello que la palabra no alcanza a encarnar ha sido la constante en mi búsqueda y encuentro con la poesía.
La pasión amorosa hoy toca mis huesos, los tritura. Hoy, encarno mi propia locura amorosa, tan atraíada por una sola mujer, la Griega: Quiero cerrar los ojos para verla/para decir, sobre las urnas del insomnio:/la criatura nocturna se desnuda/y flota sin cesar en el lenguaje.
Regreso al Mar de fondo
X
Paura no tiene coño: tiene un molusco atroz entre las
piernas, un coral palpitante, un fruto que perfuma mis
víceras y el aliento de los tiburones.
Cuentan que fue muy bella en su primera infancia.
Dicen que su pelo servía de faro en noches de tormenta
y que su lengua salvó a más de una tripulación consu-
mida por el escorbuto.
Hay tonos en su piel que destrozan las redes.
Sus pezones señalan a quienes van a perecer ahogados.
En su culo profundo anidan cormoranes.
Ella es el premio con que sueñan arponeros mutilados,
buzos dementes y gavieros incógnitos.
Gélida, su espalda cuelga del cuello. Y su efigie picotea
mis labios abandonados en la playa.
XI
A una mujer que va de viaje al mar es inútil llenar de palabras.
...
A una mujer que va de viaje al mar no le hablen de la tierra
firme ni de los muelles del estado de gracia. No le
instrumenten fados ni le esculpan mascarones de proa.
Porque a una mujer que va de viaje al mar, llámese
Paura o Escafandra, se le ahogan los sueños.
Francisco Hernández

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